Y
fue
un dieciocho,
féretro triste y
sombrío.
Aquella noche eduqué
al oleaje.
Tormenta sigilosa de
pausadas veredas,
inundan ufanas los
vestigios de otros tiempos,
que endulzan
amaneceres con prosaicas palabras,
adormeciendo los sentidos cubiertos de nieve blanca
mientras arden en el
fuego del infierno solemne y enrojecido
las cosechas de
maldades que huelen a otros pasados
momentos
de los que
afortunadamente queda nada más que el recuerdo de lo bueno.
Savia, flores, besos,
hijos, versos, abrazos al borde de un río, debajo de un puente
la vida se va
estrechando
formando lazos de
suerte
un día se fue y tu viniste
a mecer mis
sentimientos
creando la bella navidad
que con el corazón
deseo
que eternice por siempre
su recuerdo y tu
recuerdo