martes, 20 de octubre de 2009

Dentro de un decenio

(Los años morirán,
nuestro hoy, nunca)

Los besos orantes, se reclinan en tu pecho
en una madrugada imaginaria y perpetua,
portadora de reliquias venideras,
que agasajen mis despertares
ensombrecidos de nocturnidad,
alevosía doliente de penas,
en una ensoñación que despertará de madrugada,
cuando los gallos -allá, lejos- canten al día.

Me acordaré, cómo la huella de tu perfil
demoraba los adioses, cuando mis brazos,
apoyados en el quicio de la ventana,
sujetaban los momentos del recuerdo,
vivencias tangibles de susurros amorosos,
reposados en dos tazas de café.

Los pájaros regresarán a la Chopera,
y en su vuelo aleteante, dibujarán sobre el cielo,
los versos que no supe escribirte
cuando aún vivía, solamente por tí.

Pero… aquí y ahora, te emplazo
para mirarnos a los ojos dentro de un decenio,
cuando, aún necesitando lentes,
disfrutemos del brillo, que irradien nuestras miradas
y sepamos que mereció la pena.

Mari Carmen Estévez

martes, 6 de octubre de 2009

Copuladoras en vuelo


(Siempre hay un día
para amar o sufrir)

Quisiera desaparecer,
abandonar a mi compañera soledad,
mientras las estrellas alumbran mi penumbra,
oír el canto de de la sirenas,
hacerme una corona de caracolas,
cruzar las espumas de Neptuno,
dar la mano a las almas navegantes,
hundirme en los mares azules,
beber todo el agua del océano,
y salarme poco a poco,
hasta convertirme en estatua de sal,
con la que decorar la avenida,
para ser aposento de las gaviotas,
-copuladoras en vuelo-
cuando extenuadas, posen sus patas en mi cabeza,
durante el paseo nocturno de los enamorados,
que harán sus “fotos” con flases brillantes,
después, regresarán a sus hogares,
y solo, cuando rebelen el carrete,
comprobarán, sorprendidos,
unas lágrimas salinas, en la blanca estatua.

viernes, 2 de octubre de 2009

Ansiado despertar

¿Y si los sueños
cobraran vida?


Aproximé mi boca al papel,
la fotografía no respondió a mis caricias,
abrazo mi cintura con la ilusión
de sentir tus brazos como un cinturón de fiesta,
abro la ventana, las gotas de lluvia
hechas trizas, intentan componer en los cristales
un cuadro de espejismos mutilados,
acaricio nuevamente el retrato
y ahora, mis manos superpuestas
palpan con serenidad los latidos
de un corazón salvaje,
trotador de recuerdos y presentes,
allá, en el parque, los árboles tiritan de frío,
los pájaros han emigrado
hasta encontrar un rayo de sol,
yo, pululo, incesante, entre éstas paredes
que cobijan mis sueños,
sofocos no deseados, me avisan
que los años se van, se pierden
entre mareas de vida vivida o no vivida,
bebo fresca leche, un bigote blanquecino
me hace recordar la última Navidad,
soledad de soledades, con la única compañía
de un cesto de nueces y avellanas,
las zambombas se quedaron en mi infancia,
seres queridos entre tierra
o navegando hacia un mar sin retorno,
leo tus poemas y rememoro lo que cuentan,
abro el ordenador, y allí estás tú
con el mismo libro, que ahora cobijo entre mis manos,
alimento mi esperanza cada vez
que paso una página,
me tumbo en la cama, esperando que
cuando duerma, pueda soñar
con dar vida al papel
y que tu mano oprima la mía
en un ansiado despertar.