El carrusel del domingo,
el que nunca tuve en mi infancia,
porque en un pueblo olvidado
y en una casa de buenos
pero pobres ciudadanos,
la ciudad estaba lejos
y también los adelantos,
solamente la ilusión
de los que otros contaban
avivaba la emoción
de un carrusel de montaña,
que descubrí, ya muy tarde,
pasando los diecinueve,
cuando en un Madrid gigante,
se me amontonaban daños,
dejando lejos, muy lejos,
aquellos mis primeros años
de inocencia y pesadumbres,
de ilusiones sin reparo,
que fueron creciendo fuertes
con el pasar de los años ,
y recordaba con pena,
la muñeca que gozaban
los ricos de aquel mi pueblo
que nunca tuve en mis brazos,
y un día,,. cuando no me lo esperaba,
la muñeca de mis sueños
llegó una noche de Reyes
de las manos de mis hijos,
ilusiones ya pasadas,
que vuelven con sus miradas
al carrusel del domingo,
que nunca tuve en mi infancia.
M CARMEN ESTEVEZ.
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