miércoles, 6 de mayo de 2009

MARRÓN GLACÉ

Tal vez, algún día recuerdes
las tardes bellas, tras los cristales.
Tal vez, algún día…
Mientras tanto:
No me asestes el golpe del olvido,
no permitas que sea el interludio de tu amor,
déjame terminar nuestra obra,
deseo vaciar mi corazón
para llenarlo nuevamente de ti,
agua limpia que refresca mi espíritu
en una quejumbrosa soledad.
Eres el marrón glacé,
de mi hambrienta existencia,
el bocado más apetecible
que sacia mí espíritu.
Prenderé una campana al viento
que me sirva de señal
para no perder el camino
que me lleva al lago azul,
donde mis tardes, tus tardes, nuestras tardes
me ayuden a contemplar
los soleados trigales
que preservan nuestro amor
y las tristezas de otro tiempo.
Ahora, los gorriones me cantan al oído.
Me ayudará el sol a tejer
con mi vida y sus rayos
la cálida manta
que abrigue nuestros sentires
en la soledad más sola
de dos solitarios corazones.
Oraré al Hacedor -si existe-
suplicándole un año más,
para poder sentir tu calor,
y cuando yo, polvo, vuelva al polvo
y se vislumbre otra primavera,
tal vez, algún día recuerdes
las tardes bellas, las mías,
las tuyas, las nuestras, tras los cristales.

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