domingo, 23 de agosto de 2009

NACER


Yo que quisiera ser abuela tengo que conformarme con los nietos de mis amigos y amigas. Si el bebé ante el nacimiento a la dura vida pudiera pensar ¿diría ésto?

Escondido en mi oscura habitación,
oigo música de timbal y clarín,
con algarabías me sacan de mi abstracción,
suaves voces y murmullos, que al fin,
demandando clamores, aurora otoñal
o primavera angosta de gran variedad,
esperan que la puerta de la gran catedral
se abra de pronto para no ser erial
y sembrar en la huerta de la vida futura
buenas acciones, naranjos de amor,
abonar con cariño, siempre sin usura
y en Navidades amasar alfajor.
Cenicientas las aguas, desean fluir,
torbellino de espasmos, de sueños henchido,
la luz de la existencia quiero invadir,
en sones gozosos quedarme prendido.
Expectante, percibo quejidos de mi raíz,
el árbol indemne extiende sus brazos.
Se horada la brecha, dispersando feliz
todos los nudos que unirán nuestros lazos.
Vislumbro ya próximo, el gran esplendor,
siento en mi cuerpo el primer halago,
distante se encuentra el huidizo dolor,
abandono mi lecho, no hay rezago.
Tu faz no adivino ¡ya estás ante mi!
me rodeas el cuerpo, me haces sentir,
creo que ahora regarás tu alhelí,
tu sonrisa ¡madre! quiero esculpir.

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